EL ÁRBOL DE LA AMISTAD

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No hay luna como la de enero, ni amor como el primero.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Redacciones de San Antón

Dentro de las actividades del Plan de lectura y escritura que estamos llevando a cabo en el centro, los niños de los ciclos altos (2º y 3er ciclo) han escrito sobre San Antón.
Los de 3º explicando el día en sí y lo que es tradición a la hora de hacer, los de 5º imaginando un San Antón nevado y los de 4º y 6º poniéndose en el papel de un animal o mascota o... incluso en la mismísima piel del santo...

Os dejamos algunos ejemplos para que os hagáis una idea.

HISTORIAS DE SAN ANTÓN


El día 17 de enero, se celebra San Antón, patrón de los animales. En mi pueblo es tradición darle tres vueltas a la ermita, para que San Antón no te deje cojo.
Un día antes, por la tarde, lo trasladan a la iglesia. Después ponen unos “chochos” y “cuerva” en la placeta.
En esta procesión siempre son los mismos los que llevan al santo, porque hace muchos años nevó un montón y nadie fue a sacarlo. Por eso los familiares y descendientes de los cuatro que fueron, lo llevan ese día.
Al día siguiente, el 17, lo llevan otra vez a su ermita y tiene lugar otro aperitivo.
Por la tarde hacían la bendición de los animales. Todos los niños y mayores llevamos a algunas mascotas. Yo llevé un conejo de mi abuelo.
Termina el día de San Antón con una gran lumbre frente a la ermita. A mí lo que más me gusta es tocar la campana.
Y a esperar hasta otro año
Javier Olivares Serrano



El día de San Antón es tradición empezarlo el día de antes con una procesión desde su ermita a la iglesia. Siempre lo trasladan los mismos porque un año nevó mucho y no lo sacaban. Cuatro personas decidieron sacarlo y desde entonces lo llevan ellos o sus descendientes. Se llamaban Miguel, Jacinto, Manolo y Mere.
Una mujer llamada Rosa le cambiaba todos los años este día la cinta a la imagen del gorrino. Y también se soltaba un gorrino por el pueblo.
Cuando la imagen está en la iglesia se dice misa y al terminar se hace la invitación del Ayuntamiento con cuerva, patatas y “chochos”.
Al día siguiente es el día de San Antón y por la mañana después de misa se traslada en procesión a su ermita y al terminar, en la puerta se hace la invitación. La peña “La Faldiquera” hace ajopan para todo el pueblo.
Por la tarde se bendice a los animales. Cuando el cura termina, se le dan tres vueltas a la ermita y se pasa dentro a tocar la campana y la campanilla del gorrinillo.
Por la noche, en la lumbre, que es muy grande, quien quiere va a asar chorizos, forro, panceta…
Y hay un refrán que dice
San Antón como es tan viejo
Tiene barbas de conejo
Y su abuela Catalina
Tiene barbas de gallina.
Jennifer Laserna Rubio




Una vez me dirigía a la ermita de San Antón, le pedí la llave a un cofrade, me la dejó aunque no supiese para qué. Al llegar abrí y al darle un beso se cayó y se “estrozó”. Me disfracé de San Antón y me quedé quieto. Me pusieron en las andas y al ir a la iglesia casi me caigo.
En misa me quedé todo lo quieto posible y cuando se hizo de noche tuve mucho miedo. Al día siguiente, oooootra vez para la ermita, aunque tenía vértigo y por poco vomito.
Al llegar a la invitación, tenía tanta hambre que no podía casi apenas resistirme. Mi hermano me llevó cacahuetes y por la tarde en la Bendición lo confesé todo. Confesé que había tirado a San Antón y que lo había destrozado, haciéndome pasar por él durante los días de la celebración.
Me multaron con 5.000 €.

Gabriel Escudero




Aquella mañana me desperté como siempre. Mi dueña me sacó a pasear y me dijo:
- ¡Hoy es San Antón!
Yo no sabía lo que era eso. Llegó la tarde. Ella me bañó, me peinó, me arregló y me puso la correa. Nos fuimos a la ermita donde había muchas mascotas. Unos perros me perseguían pero mi duela me cogió.
Pronto descubrí que sólo querían ser mis amigos. Un cura nos echó agua. Todo fue muy divertido pero… ¡algo inesperado iba a ocurrir! La correa se rompió y mi dueña siguió andando y yo me quedé allí. Ella se dio cuenta de lo sucedido.
Iba preguntando a la gente:
- ¿Has visto a mi perra? Es blanca y con manchas marrones, es que se ha perdido.
Al mismo tiempo yo preguntaba a las mascotas:
- ¿Has visto a mi dueña? Es morena, lleva pantalones vaqueros y una camiseta roja. Es que se ha perdido la pobre…
Al final nos encontramos, me dio un abrazo y volvimos a casa.

Nuria Moratalla



SAN ANTÓN NEVADO

Estaba durmiendo la siesta, me desperté y abrí las cortinas de par en par. Me quedé sorprendida por aquel paisaje nevado. Me preparé corriendo para salir a la calle con mis amigas a jugar un poco.
Cuando nos dimos cuenta de que había que ir a bendecir a las mascotas me fio corriendo con Noelia y su perra.
Llegamos y no había hoguera, debido a que la nieve enterró y apagó la lumbre.
Cuando bendijeron a todas las mascotas empezamos a dar vueltas las dos Carlas, Noelia, Nieves y yo. Pensé hacer un muñeco de nieve y ellas al final se animaron. Dio un ambiente muy de invierno. La gente se alegró un montón porque cada vez que pasaban veían un muñeco de nueve de un metro y noventa y nueve centímetros.
Sergio nos dio la gran idea de hacer un circuito para su perro y Nieves para su gato. Delia vino y nos dijo que se podría hacer una carrera de obstáculos tanto para perros como para gatos. Decidimos que ella fuera el árbitro y aceptó sin pensárselo dos veces.
Manoli se proclamó a sí misma árbitro de gatos.
Aquel San Antón fue el mejor para quinto y Manoli.

Elena Bolufer López de Segovia





SI YO FUERA PERLITA

 Si yo fuera Perlita, mi perra en el día de mi santo me sentiría alegre, juguetona y me relacionaría con los demás perros. Y que cuando se acercaran niños yo jugara con ellos, saldría corriendo detrás de ellos.
Y a los niños que les dan miedo los perros, lo que yo haría es hacerles sentir que los perros no hacemos nada, sólo queremos jugar.
Mientras que el cura bendecía a los animales, yo me pondría muy nerviosa y  no pararía de estar de un lado para otro.
Al oír cómo la lumbre chisporroteaba yo me  pondría muy contenta, pero a lo que yo le tendría más miedo sería oír los cohetes, porque suenan muy fuertes. Pero lo que más me gustaría de todo ese día sería dar las tres vueltas a la ermita con mi dueña.
 Al acabar ese día yo, estaría agotadísima  y nada más cenar me metería en mi caseta y me quedaría durmiendo hasta el siguiente día.

Laura Moreno Macías











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